En los sueños vemos, inquietos, la marca del territorio sin conquistar; sin entender las cuerdas que sujetan nuestro ideal vivo, nuestro recuerdo muerto. Aúllan los demonios del interior en imágenes misteriosas, débilmente razonables; descansamos porque estamos dormidos, aunque sea en un mundo diferente al nuestro. Allí los dioses estan hechos con sutiles velos ocres y anaranjados y sus poderes son absolutos y primigenios como el inconsciente. Cuidad el sueño, no se convierta en vuestra realidad.
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